lunes, 1 de noviembre de 2010

«Cristo primogénito de la creación»

Jesús Rafael Martínez Guerrero
Recensión de A. Cordovilla Pérez, «Cristo primogénito de la creación: el cristocentrismo como método y como programa» en id., Gramática de la encarnación, 79-112.
Cordovilla en el artículo que se ha leído, tiene como objetivo mostrar un análisis del pensamiento cristológico de K. Rahner, y partiendo de éste, presentar a Cristo como principio, medio y fin de toda la creación, la cual será considerada desde el misterio de la encarnación, el hombre desde Cristo y la antropología desde la cristología y viceversa. Será desde estos presupuestos que el autor exponga la cristología de Rahner de manera que pueda servir como método y programa para hablar de la creación, y donde esa misma cristología es el centro de todo tratado teológico y antropológico. De esta manera, Cordovilla, expone como solución a la problemática que tiene el tratado de protología, a la cristología (impronta crística de la creación).
Para realizar su objetivo expone su contenido en cuatro partes:
a) El Señor como mediador mesiánico: en este apartado justifica la mediación de la humanidad de Cristo desde la visión calcedoniana de comprender el misterio cristológico tomando como punto esencial el misterio de la creación. Es decir, que la unión hipostática se comprenderá desde la relación que se instaura en el acto de la creación entre el Creador y la criatura. Para Cordovilla, Rahner redescubre una relación y conexión intrínseca entre la mediación creadora –encarnación– y la mediación salvadora –consumación–. El hecho de que Dios sea hombre es la cumbre única y la causa última de la relación de Dios con su creación, pues la humanidad de Cristo es el punto por el que debe pasar todo lo creado para encontrar la plenitud de su validez ante Dios. Así, desde el misterio de la encarnación, cobra peso, consistencia y verdad, la mediación salvífica de Cristo hecho carne, que redime esa misma carne.
b) Cristo primogénito de la creación (por Él): para Rhaner, la creación activa ha sido realizada por Dios, él ha querido entrar en el mundo creado y auto-revelarse y auto-comunicarse. Sólo Dios puede crear, es decir, puede dar el ser; y este acto de poner radicalmente la realidad como dependiente de Él es un acto de su amor, del amor que Él mismo es, por esto, la creación es una creatio continua, pero que vive en una conservatio creationis, de manera que Dios acompaña, conserva, sostiene y fundamenta el movimiento y la autonomía propia de la creación. Desde este planteamiento, Cordovilla sabe ver en Rhaner que, el acto creador, amoroso y libre de Dios, así como su relación con las criaturas, donde mejor se aplica es en el misterio de la encarnación, pues es en este misterio donde la creación llega a su punto cumbre y a su causa única. Y es que en la encarnación, al Dios crearse un cuerpo humano –no creado desde el comienzo–, realiza la «creación» desde sí mismo, pero igual al mismo acto creador primero, pues la voluntad amorosa de dar-se y comunicar-se gratuitamente, están presentes. Y es que, según Rahner, Cristo es primogénito de toda criatura en un triple sentido: mediador instrumental, mediador formal y permanente, y mediador final. Es así que Cordovilla concluye con Rahner en plantear la relación entre Cristo y la creación desde una doble perspectiva: Cristo y la creación o creación comprendida a la luz del misterio de Cristo primogenito de toda criatura; y la creación y Cristo, o el misterio de Cristo comprendido a la luz del misterio de la creación activa. Por tanto, desde aquí se presenta el «por Cristo» como ‘mediación’ (por), como ‘consistencia permanente’ (en), y como ‘consumador final’ (para).
c) Cristo en la creación, o la creación para Cristo (para Él): Rahner ve en la unión hipostática de Cristo tres aspectos importantes: su carácter dinámico, su realidad inmanente en la historia humana y el movimiento dinámico de la creación. Para Cordovilla será de este esquema, desde donde Rahner planeta que Cristo es la cumbre y la conclusión de la acción de Dios en la creación, de manera que Éste es visto por el teólogo como el fin, el sentido, el destino de la acción originaria de Dios, de modo que Cristo aparece dentro de la realidad creada como la expresión suprema desea realidad. Por esto Cordovilla afirma que para Rahner la protología está en función de la antropología, y ésta a su vez en función de la cristología; siendo así la encarnación del Logos –ontológicamente– el objetivo hacia donde se mueve toda la creación, aquello que le brinda unidad, consistencia, fundamento y finalidad, por lo que la creación tiene dependencia total del Verbo creador, y la presencia de Éste destaca la inmanencia de la encarnación y la trascendencia del mundo y la creación.
Es lo planteado hasta aquí, lo que lleva a Rahner a presentar a Cristo como la entelequia de la creación, es decir, que Cristo es considerado como la realidad hacia la que tiende y el peso hacia el que gravita la creación; su encarnación sostiene la totalidad del mundo, por lo que la creación está unida a este misterio como elemento integrante. Para el escritor del artículo, la utilización del concepto entelequia es la mejor manera de mostrar la unión que existe entre el origen, movimiento constante y fin de la creación, para mostrar la conexión entre pneumatología y cristología, así como la verdad que Cristo consuma la historia desde dentro porque estaba en el origen de la creación imprimiendo su sello y su forma, de manera especial en el hombre. Por eso para Rahner la unidad de sentido y destino radica también en que en los primeros padres estaba ya la gratia Christi, notando así, la presencia de Cristo desde antes de la encarnación, por lo cual el hombre no ha existido en un estado concreto de naturaleza pura, más sí con un sentido de vida eterna. De esta manera, el orden de Adán es ya orden de Cristo, y el orden original de Dios mira al encarnado, es gracia de la encarnación; de aquí el carácter histórico-concreto del cristianismo y el carácter eclesial sacramental.
d) La creación en Cristo (en Él): aquí se contempla el misterio de la creación desde el misterio de Cristo (cristología), los cual será la concepción original de la creación y del misterio del hombre, su misterio será el fundamento de la creación y de la historia. El primogénito será lo que hace posible la creación (Urkonzeptión) en Cristo. Y este en es el fundamento del por y el para Cristo. Por esto, para Rahner la historia es Historia del Encarnado: historia de Dios, prehistoria del Logos que prepara su encarnación e historia de los efectos de su encarnación; y por ende, hay necesidad de una teología cristológica de la historia.
Cordovilla termina su artículo realizando una valorización de lo expuesto. Para él la perspectiva descendente le sirve a Rahner para fundamentar la perspectiva ascendente y evolutiva del cristocentrismo y de la relación Cristo-creación, y donde la encarnación es cumbre y cima suprema. Pero hay que evitar ver a la encarnación como un momento debido a la creación, y verlo desde el misterio trinitario, donde en Dios mismo (inmanente) se da simultáneamente la unidad y la diferencia, la identidad y la alteridad (ya sea por la UrVerhältnis –protorrelación cristológica– o por la Symbolverhältnis). Por otra parte, Cordovilla sabe ver algunas cuestiones abiertas en Rahner, como es la posibilidad legítima de una deducción trascendental de la creación en Cristo (a priori, a posteriori) y el plano gnoseológico que queda expuesto a nuevos planteamientos.
Como opinión sobre el texto que se ha leído, puedo expresar que el camino retomado por Rahner al utilizar la cristología –cristocentrismo– como aquella preocupación que ha de ser el centro de toda reflexión teológica, es un camino cristiano que tiene mucha fuerza, y es por dónde se habría de dirigir todo intento de pronunciación sobre Dios. Muy bien, sin embargo, el contenido de su tesis, expuesta aquí, no tendría mayor fuerza a la hora de realizar una teología que busque el diálogo con otras religiones a la hora de hablar de la creación, pues por su cristocentrismo se sale de los marcos de las otras grandes religiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario